"Fábrica de afectos" es una obra en exhibición de Antonio Yemail que estará disponible en la Galería Policroma de Medellín hasta el 17 de febrero de 2023. Ha sido creada a partir de un proceso prolongado que involucra diferentes estudios de casos sobre la relación entre los gatos y las personas. Antonio ha estado investigando sobre una arquitectura específica para seres esquivos por ya más de una década, a través de diversos campos que incluyen investigación, academia, práctica y exhibición con un enfoque científico-arquitectónico y artístico.
Recientemente, su investigación se ha trasladado al campo académico a través del taller "Arquitecturas entre diversas formas de vida", profundizando junto con un grupo de estudiantes sobre la capacidad disciplinaria de difuminar el concepto del hábitat en un enfoque multi-especie. Este proyecto se basa en sensibilidades provenientes de la ecología o el juego y propone imaginar la voz de aquellos seres que no pueden ser interrogados, buscando asociar el arte con la vida.
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Paula Builes, directora Policroma, escribe sobre "Fábrica de afectos": Aquí hubo gato encerrado y por más de 10 años. Hoy, es el espectador de esta muestra quien develará lo que hay detrás de esta instalación y de la mente “indisciplinada” de Antonio Yemail, quien pareciera dar saltos sutiles, a modo de una coreografía felina, por diferentes saberes: la arquitectura, el diseño, la museografía y las artes visuales y escénicas.
A primera vista aparece una arquitectura para gatos, pero a medida que se observan cada una de las piezas que la componen, vemos cómo se rebasa la noción de artefacto, por la relación entre humano y gato. No se trata de apreciar una estructura que abraza una relación inter-especie, sino una puerta que se abre a múltiples diálogos que surgen en nuestra contemporaneidad, como la configuración actual de diversos núcleos familiares, las oportunidades que se manifiestan con la emergencia de valores post-materialistas como el reconocimiento de las minorías y lo imperativo de valorar las diferencias, la preocupación por el medio ambiente y tratar de entender la (a)simetría de nuestra realidad local y actual.
Resulta complejo resumir en unas líneas la cantidad de documentos, maquetas, textos y facetas que componen este proyecto, que solo al recorrer la exposición se puede atisbar algo de esta línea cronológica que empezó como una investigación sobre el comportamiento y sobre cómo mapear el día a día de un espacio en la domesticidad de una instalación del 2010: Post Post Post, una exposición que se presentó en el Museo de Arte Moderno de Medellín y luego itineró a Buenos Aires, en el Centro Cultural de España, y se preguntaba por las inclinaciones de los arquitectos contemporáneos latinoamericanos a través de instalaciones que cupieran en una caja de correo. Fue un proyecto que de manera inocente y accidental, descubrió lo que podía ser una relación contemporánea para definir nuevos modelos familiares, con relaciones intensivas de codependencia entre especies.
De esta fase de exploración, nacieron como consecuencia los primeros planos para otro proyecto, inicialmente para ser exhibido en el espacio Liga (Ciudad México, 2015) y luego en el Vitrinazo, (Bogotá, 2016). Aquí, resultó su primera materialización, pero no llegó al punto de su construcción.
A manera de paréntesis paralelo, en 2021, en la Universidad de Los Andes, Antonio Yemail comenzó a dictar el curso La arquitectura entre diversas formas de vida, que se convertiría en la antesala de esta exposición y que se pregunta por el rol de la arquitectura como un mediador capaz de convocar diversos agentes y reconocer que, en su saber, hay un contacto más profundo con la realidad entre más vinculante es y, aunque suene antagónico, en cuanto logra una relación menos antropocéntrica.
Continuando con el orden cronológico, es años después y en conversaciones con el coleccionista Eduardo Salazar Yusti, sobre esta idea en proceso y el curso anteriormente mencionado, que el proyecto adquiere su momento decisivo y en este encuentro con Policroma, se materializan los pensamientos de una década en una obra de carácter instalativo, escultórico y un tanto teatral, que representa todas las inclinaciones de Antonio y su equipo, incluyendo sus formas de aproximación a la contemporaneidad y a la cultura popular, mezclándose con la consciencia de los materiales, desde su origen hasta su destinación.
De allí, su interés en la circularidad y en repensar sus proyectos para darles una segunda vida. La mayoría de las piezas que hacen parte de esta instalación son realizadas con materiales provenientes de proyectos previos, que adquieren una nueva oportunidad gracias a la combinación entre diversas escalas e intenciones dentro de esta obra. Con juegos de luz, cuatro estaciones aparecen para identificar un ritual o un momento de encuentro que se construye con una narrativa de esa familia contemporánea compuesta por un humano y un gato.
La muestra finaliza (o comienza) con un archivo que dispone a manera de investigador (o de obsesión) una documentación que constituye el registro y la línea cronológica de un decenio a través de conversaciones, bocetos, papeles, notas, intercambios, acuarelas y planos.
Esta instalación alberga una tensión entre escalas que no llegan a ser propiamente ni la de un mueble ni la de un edificio, sino la de una serie de artefactos de escala intermedia. Es un reconocimiento a la diversidad, entendida como un marco de relación extendida a nivel ecológico, técnico y cultural, como una forma de reconciliación social y de entendimiento de la tradición. Es un espacio para una crítica en doble sentido y será el espectador quien lo interprete. Esta es la fábrica de afectos de Antonio Yemail, en donde se manufacturan acuerdos, recuerdos e interacciones entre especies sintientes.
Martin Huberman, arquitecto y director de Estudio Normal, se suma con un texto curatorial: La domesticidad es, a mi forma de ver, la más desarrollada de las construcciones culturales humanas, tanto por sus capacidades técnicas, como por sus definiciones plásticas. En un mundo desigual, la misma se ciñe tanto por la necesidad como por la extravagancia, y ahí es donde radica su efectividad como estrategia de contacto, como tema que aglutina y resume, como experimento enciclopédico para transcribirnos entre nosotros y los otros. Pensar, proyectar, discutir lo doméstico, significa definirnos más por nuestro ser relacional que por el individual. Después de todo, somos seres sociales y por más que algunos lo añoren, no podemos vivir solos, y ese es sin duda uno de los temas fundamentales a ser abordados por nuestra contemporaneidad: ¿Cómo vivimos? ¿Con quién vivimos?
El campo de lo doméstico aborda hace mucho tiempo un constructo que hoy es agenda: la coexistencia, aunque sea de manera voluntaria o involuntaria; entre miembros de la misma especie, como con aquellos que pertenecen a otros reinos, como el vegetal y el animal. Dónde habitamos, cohabitamos y hacerse cargo de ello forma parte de los fundamentos de la práctica del futuro. ¿Cómo debería ser una casa, que respete a todas las especies que la transitan, la utilizan o bien, la habitan? ¿Podemos definirla en términos de equidad al dedicarle el mismo compromiso formal a todos sus habitantes?
Esta instalación pondera un ensayo pragmático hacia una práctica de la convivencia, a través de la instalación, la performance, el uso potencial y cierta voluntad por sociabilizar los experimentos en programas públicos que no hacen más que construir puentes y relaciones como aquellas que creemos que harán nuestras contrapartes felinas. Ahora será el tiempo de los gatos, para habitar, descubrir, transgredir, pero por encima de todo, para demostrar con cierta altanería, cómo podemos y debemos vivir aquello que proyectamos en clave doméstica.
Diseño: Antonio Yemail, Martín Jiménez, Sara Escobar Aristizábal (maquetas)
Texto curatorial: Martín Huberman
Curaduría y texto curatorial de apoyo: Paula Builes, directora Policroma
Diseño Gráfico: Juan Pablo Fajardo, Piedra Tijera Papel
Carpintería: Hernán y Camilo Loaiza, Ejecutar SAS
Montaje: Yamith Quiroz y Javier Sierra, Casa Falsa; Natalia Soto
Fotografía: Yohan López
Patrocinio: Ministerio de Cultura de Colombia, Policroma Galería, Colección Eduardo Salazar Yusti y Juliana Hernández Arenas
Apoyo: Pintufresh, The Art Hotel, LIT Hard Seltzer, Hotel Park 10, The Blue House
Agradecimientos: Margarita González, y los gatos que han inspirado este proyecto: Suaita, Emma y Albert